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¿Qué es la gestión de carteras?

Definición

La gestión de carteras implica la selección y supervisión hábil y sistemática de un conjunto de inversiones que se ajusten a los objetivos financieros y las preferencias de riesgo de un cliente, empresa u organización durante un periodo de tiempo prolongado.

Comprendiendo la gestión de carteras

Los gestores de carteras, ya sean profesionales o particulares, tienen como objetivo maximizar el rendimiento esperado de las inversiones al tiempo que gestionan los riesgos. Evalúan distintas opciones de inversión, teniendo en cuenta factores como la deuda frente a la renta variable, lo nacional frente a lo internacional y el crecimiento frente a la seguridad. La gestión de carteras implica hacer concesiones entre estas opciones para crear una cartera diversificada que equilibre el riesgo y la rentabilidad.

La gestión de carteras puede ser pasiva o activa. La gestión pasiva consiste en crear una cartera que refleje un índice de mercado, como el S&P 500, mientras que la gestión activa consiste en tomar activamente decisiones de inversión para intentar superar al mercado.

La gestión pasiva es una estrategia a largo plazo que requiere una intervención mínima. Consiste en invertir en uno o varios fondos cotizados (ETF) que siguen un índice. Esta estrategia también se conoce como inversión en índices y suele basarse en la teoría moderna de carteras (MPT) para determinar la combinación óptima de inversiones.

La gestión activa, por su parte, consiste en tratar de superar un índice mediante la compra y venta activa de acciones individuales y otros activos. Los fondos cerrados suelen gestionarse activamente, y los gestores activos pueden utilizar modelos cuantitativos o cualitativos para evaluar posibles inversiones.

Elementos clave de la gestión de carteras

Asignación de activos

El elemento crucial para el éxito de la gestión de una cartera es el equilibrio adecuado de los activos a largo plazo. Normalmente, esto implica una combinación de acciones, bonos y equivalentes de efectivo, como certificados de depósito. También existen otras opciones, conocidas como inversiones alternativas, como bienes inmuebles, materias primas y derivados.

La asignación de activos se basa en la idea de que los distintos tipos de activos no siempre se mueven en la misma dirección y algunos conllevan más riesgo que otros. Diversificando las inversiones, los particulares pueden lograr un equilibrio y mitigar el riesgo.

Las personas más tolerantes al riesgo pueden optar por una cartera en la que predominen los valores de crecimiento, mientras que las más conservadoras prefieren inversiones estables como los bonos y los valores de primera fila.

Diversificación

Invertir es impredecible y es imposible predecir sistemáticamente qué inversiones tendrán éxito o fracasarán. Es aconsejable crear una cartera de inversiones que ofrezca una amplia exposición dentro de una determinada clase de activos. Diversificar significa distribuir el riesgo y la recompensa de los valores individuales dentro de una clase de activos o entre clases de activos. Su objetivo es captar los rendimientos de todos los sectores a lo largo del tiempo, minimizando al mismo tiempo la volatilidad. La verdadera diversificación implica invertir en distintos tipos de valores, sectores económicos y regiones geográficas.

Reequilibrio

El reequilibrio es una técnica utilizada para mantener la asignación de activos deseada en una cartera, reajustándola periódicamente a su objetivo original. Suele hacerse una vez al año para restablecer la combinación original de activos, que puede haberse desviado debido a los movimientos del mercado. Por ejemplo, si una cartera comienza con una asignación del 70% en renta variable y del 30% en renta fija, podría pasar a una asignación 80/20 tras una prolongada subida del mercado. Esto significa que la cartera conlleva ahora más riesgo del que el inversor puede tolerar, aunque haya obtenido un buen beneficio. El reequilibrio consiste en vender valores sobrevalorados e invertir ese dinero en valores infravalorados que no gozan de favor. Mediante un reequilibrio anual, los inversores pueden obtener ganancias y ampliar las oportunidades de crecimiento en sectores de gran potencial, manteniendo al mismo tiempo la cartera en línea con el perfil original de riesgo y rentabilidad.

Gestión activa de la cartera

Los inversores que optan por la gestión activa trabajan con gestores de fondos o intermediarios para comprar y vender valores, con el objetivo de lograr mejores rendimientos que un índice concreto, como el S&P 500 o el Russell 1000. Los fondos de inversión activa cuentan con gestores de cartera individuales o equipos de gestión que toman decisiones de inversión basadas en una investigación en profundidad, previsiones de mercado y experiencia. Estos gestores prestan especial atención a las tendencias del mercado, los cambios en la economía, los cambios políticos y las noticias de las empresas para programar la compra o venta de inversiones, con el fin de aprovechar las irregularidades del mercado. El riesgo añadido de intentar batir al mercado es un factor que los gestores activos deben tener en cuenta. En cambio, la indexación elimina este riesgo, ya que no hay error humano en la selección de valores. Además, los fondos indexados se negocian con menor frecuencia, lo que se traduce en menores ratios de gastos y una mayor eficiencia fiscal en comparación con los fondos gestionados activamente.

Gestión pasiva de carteras

La gestión pasiva de carteras, también conocida como gestión de fondos indexados, trata de replicar la rentabilidad de un índice de mercado específico o de referencia. Esto se consigue comprando los mismos valores que figuran en el índice y asignándoles la misma ponderación que la representada en el índice. Las estrategias pasivas pueden aplicarse a través de fondos cotizados en bolsa (ETF), fondos de inversión o fondos comunes de inversión. Los fondos indexados se consideran pasivos porque el papel del gestor de la cartera es reflejar el índice en lugar de elegir qué activos comprar o vender. En comparación con la gestión activa, las carteras o fondos pasivos suelen tener comisiones de gestión más bajas.

Idea

  • La gestión de carteras consiste en crear y supervisar un conjunto de inversiones que se ajusten a la tolerancia al riesgo y a los objetivos financieros a largo plazo del inversor.

  • La gestión activa de carteras consiste en comprar y vender acciones y otros activos estratégicamente para obtener mejores resultados que el mercado en general, mientras que la gestión pasiva de carteras pretende replicar la composición de un índice o índices específicos para lograr rendimientos de mercado.

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